viernes, 19 de abril de 2013

PARA ESCRIBIR



¿SE PUEDE ENSEÑAR A ESCRIBIR O NO?

Es una pregunta bien difícil y su respuesta desde luego no puede ser absoluta. En mi opinión hay unas
cosas básicas que definen a un escritor y que no se enseñan:

Imaginación: te asalta, te arrastra, te lleva hasta lugares, ideas, personajes, acciones o simplemente imágenes fuera de la realidad. Sin esa imaginación que te permite escaparte de todo lo que te rodea, que te obliga e impulsa a coger papel y boli para plasmar una idea no hay escritor.

Adicción a la lectura: si no bebes, comes, fumas y engulles la palabra escrita no vas a ninguna parte. Creo que un buen escritor debe leer tanto como escribe. Construirse a partir de las grandes historias de la literatura, aprender de las no tan grandes y buscar inspiración o simplemente soñar con cualquier libro que le guste. Pues los libros ayudan a expandir nuestras mentes, a que sus límites no están definidos y a que nunca dejes de querer soñar.

Adicción a escribir: practicar, practicar, practicar hasta que os volváis locos. Uno coge soltura si escribe todos los días. El escritor cuando tiene una historia entre manos le quema. Es como una espina clavada que no le deja descansar hasta que le da forma, voz y vida. Escribir todos los días te da desenvoltura y, sobre todo, permite que tus personajes no pierdan el toque, no estén forzados. Si comienzas un personaje y lo dejas en standby durante dos o tres días es algo más difícil que recuerdes su voz, su tono, su manera de actuar y pensamiento sin forzarlo. Al estar todos los días trabajando con él su “espíritu” permanece en tu cabeza y es más fácil que tenga “voz propia” cuando lo quieras pasar a papel.

Y sobre todo un escritor debe tener amor a la pregunta: ¿Y sí….?¿qué pasaría si…? Esa pregunta que lo desafía todo ¿Y si existiera un asesino psicópata que solo matara a los malos?, ¿qué pasaría si nos invaden los alienígenas?, ¿y sí un vampiro se enamorara de una humana?,… desafía y cuestiona hasta que no puedas más.

    Sin embargo, la literatura al igual que la pintura es un arte que tiene sus técnicas, sus reglas, sus estructuras, sus cosas que ya han sido hechas y las que no. En mi opinión es importante conocerlas todas para poder saber si quieres aplicarlas, si quieres romperlas, reinventarlas, mezclarlas o incluso ignorarlas. Pero es importante tener todas las herramientas para saber que existen y qué quieres hacer con ellas.

    Las escuelas de escritores no son tan raras hoy en día. Escuelas, talleres, conferencias y charlas. Todas ellas a disposición del creador. La Escuela de escritores en estos momentos tiene en marcha el proceso de selección para un máster en narrativa, además de múltiples cursos más específicos. El Hotel Kafka en cambio ha apostado por un máster en escritura creativa. Por otro lado, Escritores.org ofrece cursos online. 
Existen varias escuelas y si estás interesado lo mejor es coger una taza de café, coca cola o una cerveza y sentarte delante del ordenador y revisarlas a fondo. Lo importante es escoger la que más se adapte a lo que quieres.

    Si piensas que falta algún elemento, alguna características o no opinas lo mismo por favor no dudes en comentarlo. Estamos deseando leer todas las ideas posibles sobre este tema.




¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por el ritmo? (II)


El ritmo es de vital importancia para que la persona en cuyas manos se encuentra nuestro libro no se
salga
de la historia. En esta ocasión nos centraremos en dos elementos que consideramos importantes: el diálogo y las descripciones.

El diálogo es uno de los elementos más sensibles y proclives a sufrir por el ritmo. En general, sobre todo al principio, se tiene miedo de que con las palabras no baste. Miedo a que el lector no esté entendiendo el tono con que se expresa el personaje o que no le llegué claro la tensión del ambiente. ¿Cómo lo solucionamos?  
Dedicándonos  a surtir las frases con una ristra de adjetivos o detalles.  Muchas veces es un desastre.

Las normas están para romperse, eso en la literatura, cine y arte es muy claro. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta el efecto que crea el que nosotros decidamos que queremos adjetivos y detalles para que el lector no se pierda.  Veamos un ejemplo:

-Te voy a partir la cara- le advirtió con cabreo el guardia de seguridad.

Las palabras “Te voy a partir la cara” por si solas ya conllevan un significado de cierto cabreo, no hace falta que lo especifiquemos porque sería aclarar algo que ya estaba claro y interrumpiría el diálogo. Lo que el lector quiere es saber que dice el opositor.

En la vida real cuando estamos en mitad de una conversación con otra persona no estamos pensando: sus mejillas se colorearon de un rojo intenso provocado por la rabia o no piensas estaba tan cabreado que el humo le salía por las orejas o sus palabras me rompieron el corazón pero aún así le tenía que responder.  No, normalmente pensamos y percibimos que está cabreado, avergonzado, alegre,… pero como una única palabra, como una percepción rápida pues nuestra mente está en lo que nos está diciendo nuestro interlocutor. Y al fin y al cabo en la literatura buscamos la credibilidad dentro de la ficción o no ficción.

Otro aspecto muy interesante son las descripciones de las situaciones, los lugares o los personajes que nos rodean. Nos pierden las ganas de hacer llegar al lector todo aquello que se dibuja en nuestras mentes, pues para eso queremos ser escritores. Sin embargo, nunca vamos a poder expresar todo lo que quieres expresar, siempre hay un límite.

Cuando das una descripción, por ejemplo de un lugar, no puedes ir milímetro a milímetro, detalle por detalle ¡Lo harías eterno! Das las bases, las pinceladas grandes y el resto será la imaginación de quien nos lea quien lo rellene. Pues así, al mismo tiempo que estás creando un mundo para quien se sumerge en tus páginas, estás permitiendo a su imaginación hacerlo suyo también. Las películas sobre libros muchas veces nos defraudan tanto porque eliminan la imaginación del lector de la ecuación. Ya se pierde la perfecta combinación de autor-lector.

En Caos de Biblioteca nos encantaría saber vuestra opinión sobre estos temas y, por supuesto, seguimos con nuestra pregunta: ¿qué estaríais dispuestos a sacrificar por el ritmo





¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por el ritmo? (I)


El ritmo lo es todo en la literatura. Personajes, entornos, acción, diálogo, tiempo ,… todo ellos conforman y crean una historia, todos ellos son esenciales. De manera individual no son nada, aunque es cierto que un mundo bien creado, innovador y sorprendente nos deja con la boca abierta y el deseo de que existiera, un personaje nos puede impresionar, marcar, sus palabras nos pueden ayudar o hacer reír,… sin embargo, por si solo no crean las grandes novelas que siempre recordamos, de las que siempre hablamos.

El ritmo lo es todo en la literatura. Cómo combinemos todos los elementos que conforman una historia la hace fácil de leer o un ladrillo que ni el mejor brazo acarrearía. El roscón de reyes está riquísimo, es uno de los dulces por los que esperamos las navidades. Por otro lado, si no están bien hechos, si el bizcocho está seco y la nata no sabe a nada, se vuelven una pasta en nuestra boca. Así le ocurre a los libros.

Leyendo el libro “Mientras escribo” de Stephen King nos damos cuenta que a la hora de escribir debemos hacerlo como si nos contáramos la historia a nosotros mismos. Si nos aburre a nosotros ya no te cuento al lector. Debemos ser oyentes de nuestras propias palabras, aprender a contarla de manera hablada, leerla en voz alta nos ayudará a ver si nos estamos estancando o damos importancia a cosas que carecen de ella.

La literatura es imaginación así que debemos combatir uno de los peores miedos de los escritores, que es no ser comprendidos. Debemos liberarnos de esta atadura dando los detalles necesarios y el resto dejando que sea la mente del lector quien vuele, ¿pues acaso no es eso de lo que se trata?

Uno de los pilares en el que el ritmo es vital es el diálogo. A veces en los diálogos nos carcome de angustia el no saber si estamos dejando claro quién dice qué y con qué sentimiento. El contexto es la clave para ello. A través de él a quien nos está leyendo le tiene que quedar claro el carácter de la escena.

Desde caos de biblioteca os animamos queridos blogueros a que nos deis vuestra opinión sobre ¿qué estaríais dispuestos a sacrificar por el ritmo?



TRES TIPOS DE ESCRITORES, ¿TRES FORMAS DE VIVIR LA VIDA?

Portada del libro La sonrisa de las mujeres
Leyendo La sonrisa de las mujeres del autor Nicolas Barreau me he encontrado con un párrafo que me ha parecido muy interesante. En él Barreau hace que su protagonista nos exponga la idea de la existencia de tres tipos de escritores:

“Mi teoría es que se puede dividir en tres grandes grupos a las personas que escriben novelas y nos cuentan algo.
Unos escriben siempre sobre sí mismos… y algunos de ellos se cuentan entre los grandes de la literatura.
Otros tienen un talento envidiable para inventar historias. Van en el tren, miran por la ventanilla y, de pronto, tienen una idea.
Y luego están aquellos que, por así decirlo, son los impresionistas de los escritores. Su talento consiste en encontrar historias.
Van por el mundo con los ojos bien abiertos y captan situaciones, ambientes y pequeñas escenas como si cogieran cerezas de los árboles.
Un gesto, una sonrisa, el modo en que alguien se pasa la mano por el pelo o se ata los cordones de los zapatos. Instantáneas tras las que se esconden historias. Imágenes que se convierten en historias.
Ven a una pareja de enamorados pasear una tarde por el Bois de Boulogno y se preguntan hacia dónde les va a llevar la vida a cada uno de ellos. Se sientan en un café y observan a dos amigas que conversan animadamente. Ellas no saben todavía que pronto una va a traicionar a la otra con su novio. Se preguntan a dónde se dirige la mujer de ojos tristes que viaja en el metro con la cabeza apoyada en el cristal.
Están en la cola del cine y oyen por casualidad una discusión increíblemente divertida entre la taquillera y una pareja de ancianos que pregunta si hacen descuento a los estudiantes. ¡No se puede inventar algo mejor! Ven la luz de la luna llena que extiende su reflejo plateado sobre el Sena y su corazón rebosa de palabras.”
                                                          La sonrisa de las mujeres de Nicolas Barreau

En mi opinión es un acercamiento bastante acertado de la forma de ser de los escritores y puede incluso que de vivir la vida. Algunos lo hacen centrados en sí mismos, otros mediante impulsos que los embargan en los momentos más inesperados, mientras que otros buscan respuestas, sentimientos, ideas nuevas o razones en los libros, películas, en los que los rodean, en las calles…. La inspiración está en todas partes y cualquiera de sus formas es válida, ¿no creéis?





CAMBIO VS ESTANCAMIENTO 



    En el anterior apartado hablamos de la importancia de tener muy clara una serie de preguntas para comenzar a escribir una novela. Podemos comprenderlas de manera innata, lo cual sólo les suele ocurrir a contados genios de la escritura, o, lo más normal, es que debamos trabajar en ellas. A parte de estas preguntas hay otra cuestión que sería conveniente que decidiéramos antes de comenzar: si en nuestra novela va a dominar el cambio o el estancamiento.

    Cuando leemos una obra o vemos una película esta avanza hacia un cambio. Cuando hablamos de cambio o estancamiento nos referimos al carácter, comportamiento, sentimientos o modo de actuación de los personajes de la historia. La mayoría de las películas que arrasan en taquilla, aquellas novelas que se erigen como superventas, aquellas que más nos suelen sobrecoger y enganchar como la peor de las drogas son aquellas que se mueven en el área del cambio. Su ritmo es más rápido y ágil, con el cambio poco a poco el protagonista se debe enfrentar a situaciones que van ocasionando ligeras alteraciones en él y que le preparan para la prueba final.

    En la vampírica historia de actualidad de Bella y Edward, la prota pasa de ser una chica introvertida a tener amigos, rodearse de vampiros y, en el segundo libro, montar motocicletas, tirarse de acantilados con tal de ver a Edward. Una chica que pasa de negarse por completo a casarse  se convierte en la novia de una boda de cuento de hadas. Edward un vampiro que odia lo que es, primero se permite tener a su lado a una humana, al ver en peligro al amor de su vida decide alejarse, pero la ama demasiado y al pensarla muerta no la abandonará nunca más, de hecho la pide matrimonio. Y así muchos otros cambios, ya sean pequeños o grandes, llenan la historia. Porque son los cambios los que construyen una narración. Tu puedes crear a tu Bella y a tu Edward pero si no haces que esta cambie de instituto, que ambos se conozcas,… si no les pasan cosas no tienes nada.

    Por eso se recomienda que cada una de las escenas que contengan tus historias supongan un cambio, de amor a desamor u odio, de libertad a esclavitud, de justicia a injusticia, de peligro a seguridad,…. que no estén ahí simplemente para dar una explicación de algo. Las escenas explicativas, sobre todo en los guiones, son escenas aburridas que echan para atrás al editor o productor. Las explicaciones mejor dadas son aquellas que se transmiten por objetos en una habitación, por acciones o por diálogo no obvio.
Por supuesto podemos elegir el estancamiento, también hay grandes obras en las que no se produce una transformación en nuestro personaje. Entonces tenemos que ser conscientes de que el ritmo será más lento y que la intriga deberá venir de otra parte. 






PREGUNTAS QUE FORMAN UNA HISTORIA


    Cuando en tu cabeza empieza a crearse esa idea que te palpita bajo la piel y te llama cada vez con más fuerza, que te empuja a sentarte en un silla frente al ordenador o una hoja de papel en blanco, hay que plantearse unas cuantas preguntas.

Según Robert Mckee uno tiene que tener claro las siguientes cuestiones:
    -¿Quiénes son esos personajes?
    -¿Qué quieren?
    -¿Por qué lo desean?
    -¿Qué hacen para conseguirlo?
    -¿Qué les detiene?
    -¿Cuáles son las consecuencias?

    Si nos paramos a pensar todas ellas son respondidas en cada una de las historias que hayamos podido ver o leer. No hay libro, película u obra de teatro que no las haya respondido y eso es sin lugar a dudas porque todas ellas son fundamentales para crear la historia, para crear la esencia de la que se nutren los narradores de aventuras, miedos, sueños y amores. Al fin y al cabo lo que cuenta es la historia, el formato que le demos ya es cosa nuestra.

    Robert McKee es un afamado especialista en guiones. De sus libros de guía y conferencias han salido ideas que han llevado a la creación de series como la de Friends, Ally McBeal,  Cheers, Fraiser,… y películas como El color púrpura, El show de Truman, Batman Forever,…  el hoy considerado base para todos los guionistas es su libro llamado “El Guión” de la editorial Albaminus. 

2 comentarios:

  1. "Creo que un buen escritor debe leer tanto como escribe". Llevas mucha razón.

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  2. Efectivamente leer es la mitad del trabajo del escritor. Muchas gracias por comentarnos Traspasando Fronteras :)

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